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ABANICO/ Más allá de la aldea global…

Por Ivette Estrada

Cuando Marshall McLuhan describió los alcances de un mundo globalizad y el poder de los medios de comunicación, la Inteligencia Artificial (IA) aún no aparecía, pero los vaticinios del canadiense son tan actuales que algunos le llaman el Nostradamus mediático cuyas ideas pueden representarse como una paradoja.

Hoy, cuando tenemos una facilidad de conexión hasta ahora inimaginable en plataformas casi omnipresentes y la IA generativa ayuda a múltiples trabajos creativos y de edición, paralelamente se muestra un ostensible desinterés en las organizaciones. La comunicación organizacional está en declive.

Muchos lo atribuyen e una “asimetría de información”, cuando el orador o escritor sabe más que el oyente o lector. Entonces ese déficit en la comprensión puede convertirse en un exceso de ruido.

Se asume entonces que “menos puede ser más”. Se recomienda entonces centrarse en la calidad y la veracidad de unos pocos mensajes en lugar de tratar de abarcar todo. Esta es la “cura” propuesta ante la infodemia e infoxicación o información insustancial y exceso de mensajes en todos los medios de comunicación, interpersonales y masivos.

Nuestra era, exponencial y llena de posibilidades, entonces está inmersa en grandes retos, como lograr el interés de nuestras audiencias. Más aún: ignoramos cómo tener su atención sostenida para lograr nuevas perspectivas, formas de trabajar o cambios de comportamiento. La comunicación institucional vive grandes desafíos.

Esto no resulta banal si consideramos que los grandes momentos trascendentales en la vida profesional están marcados por una comunicación efectiva. Es decir, capaces de crear experiencias que trasciendan.

¿Las recomendaciones cruciales? Poner en el centro de la gestión a la comunicación y seleccionar los mensajes claves a transmitir, hablar el idioma de las audiencias, conversar con nuestro público y convertir a la tecnología en nuestro asistente y no a la inversa.

No debe olvidarse que el líder reúne, inspira y moviliza a sus equipos en torno a una meta y para lograrlo su herramienta esencial es cómo comunica.

Generar una visión global común es una meta trascendental y significativa que nadie debe desdeñar. Es momento de revalorar la comunicación en cada una de las organizaciones. Es lo que dotará de energía y sentido nuestras acciones.

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