Economía

SEGURIDAD INTEGRAL/ Los fraudes de la inocencia

Por Arturo Ortiz, CEO de CIPI Protección, empresa líder en capacitación de seguridad
A partir de un hecho cualquiera, como el nombre de una mascota, es posible generar historias que embaucan al personal de una víctima. Son los llamados fraudes de la inocencia de los que nadie está exento.
Los delincuentes, conscientes del alto nivel de percepción de inseguridad que prevalece entre la población, ya encontraron la forma de engañar a las personas y obtener beneficios mediante llamadas a hogares u oficinas de sus víctimas para solicitar ayuda ante supuestas emergencias.
A diferencia de las llamadas telefónicas de extorsión, realizadas directamente a una persona, a quien se le hace creer que resultó afortunado con algún premio en una rifa o concurso, o que un familiar se encuentra detenido o accidentado, o amenazarlo con hacerle daño e intimidarlo, esta modalidad delictiva se dirige a los trabajadores de las víctimas.
Se aprovecha la ausencia de los propietarios de una casa o negocio para establecer contacto telefónico. Se le indica al empleado que su patrón les ha dio la instrucción de llamarles para solicitar que les sean entregados ciertos bienes o efectivo para atender una situación de extrema urgencia.
El personal, principalmente doméstico, cae en el engaño cuando el malhechor les llama por su nombre y entabla una conversación. Les plantea una situación de emergencia y hace referencia del vehículo de su patrón, de su trabajo o negocio e, incluso, de sus familiares o mascotas, a quienes se refiere por su nombre, argumentos con los que cualquier persona puede ser convencida de que la situación es real.
El empleado recibe la instrucción de tomar de la casa habitación o negocio, dinero en efectivo o bienes, particularmente joyas, para que sean entregados en un determinado lugar o recogidos por alguien que acudirá al domicilio en nombre del patrón, para llevarlos al sitio de la emergencia.
En una variante, se informa al trabajador que se acudirá personalmente al domicilio particular para recoger alguna herramienta, accesorio de la mascota (si ha observado que la persona salió a pasearla) o artículo deportivo olvidado por el patrón (raqueta, palo de golf), o bien entregar una caja y, al ser recibido, amagan al personal y saquean el lugar.
En este tipo de engaños, el ladrón obtuvo información de la persona y su familia por casualidad, por alguna fuga de información en documentación o redes sociales, o mediante ingeniería social aplicada a familiares, el propio personal o alguno de sus conocidos.
Este tipo de situaciones las podemos y debemos prevenir mediante códigos de seguridad secretos, que además de establecerse entre las personas de nuestro círculo familiar, deben incluir necesariamente al laboral y, en él, de manera muy especial, al personal doméstico, a quienes debemos concientizar respecto de este tipo de modus operandi delictivo.
Conviene establecer con el personal doméstico y familia “claves de seguridad”. Se trata de palabras o frases con las que se compruebe la veracidad de los dichos.

 

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